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el congreso rechaza el proyecto soberanista

El Congreso entierra el plan Ibarretxe





paul hanna / reuters
histórico. Ibarretxe, al convertirse ayer en el primer presidente autonómico en subir a la tribuna del Congreso.

ROBERTO LARREA
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madrid. La intensidad de la sesión histórica que vivió ayer el Congreso con la celebración del Pleno sobre el plan Ibarretxe resultó inversamente proporcional a la falta de novedad en los argumentos que tanto el lehendakari, el presidente del Gobierno, como el líder del PP y el resto de grupos realizaron desde la tribuna de oradores. Las más de seis horas de debate parlamentario no fueron suficientes para modificar opiniones ni tampoco propiciaron espacios para la improvisación. Todos se ajustaron al guión preestablecido y todos, también, se atrincheraron en sus posiciones irreconciliables.
Juan José Ibarretxe, defendiendo su proyecto de nuevo Estatuto político para el País Vasco, que resumió como "un nuevo marco de relación de Euskadi con el resto de España que no van a sustituir con su pacto, ni usted, señor Zapatero, ni usted, señor Rajoy"; el presidente del Gobierno, con una posición equidistante entre "el rechazo al plan y la advertencia de que el Gobierno hará cumplir la ley frente a quien pretenda vulnerarla", y la oferta al Gobierno de Vitoria de buscar nuevos espacios de encuentro para solucionar "sin conflictos" la cruda encrucijada vasca; y Mariano Rajoy, izando hasta lo más alto del mástil la bandera de su partido en cerrada defensa de la soberanía nacional porque "en España no existe más nación que la española".

Ibarretxe, que abordaba sonriente la Carrera de San Jerónimo minutos antes de las cuatro de la tarde, acompañado por el presidente del Parlamento vasco, Juan María Atutxa, emprendía camino de Vitoria pasadas las once de la noche sin esperar al resultado de la votación pero plenamente convencido de la vigencia de un plan que recibió el varapalo de la abrumadora mayoría de PSOE y PP. De nada le sirvieron los votos a favor que emitieron los diputados de CiU, PNV, ERC, BNG, EA. Rondando las once de la noche, el panel de resultados alumbró la posición de la Cámara: 29 votos a favor, 313 en contra y 2 abstenciones. El plan Ibarretxe vuelve al Parlamento vasco tras el portazo del nacional.

El lehendakari vasco protagonizó un discurso entre el blanco y el negro. Cara, para defender la "mano tendida para negociar" y la reivindicación del "derecho del pueblo vasco a decidir libremente su futuro", y cruz, al volver a subrayar que "esto no es el comienzo ni el final de un camino sin retorno que acabará con una consulta con plena validez jurídica. Daré la palabra al pueblo". Ibarretxe destiló los mejores tintes nacionalistas cuando señaló que "Euskadi no es una parte subordinada del Estado español" y cuando se autodefinió como el lehendakari de "un pueblo mayor de edad que desea más autogobierno porque quiere más progreso, porque el País Vasco es hoy más atractivo que nadie".

La radiografía de los partidos nacionales tuvo su diagnóstico en la unidad de socialistas y populares a la hora de sumar sus votos contra el plan Ibarretxe. Un consenso que no se vio correspondido en la estrategia de las intervenciones que dibujaron Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy en sus intervenciones. El presidente del Gobierno, con la vista puesta en las elecciones vascas, y la opción de la tercera vía que defiende el PSE, repartió su intervención entre el mensaje conciliador de "si vivimos juntos, juntos debemos decidir" y el aviso de que "pretender enfrentar legitimidades es un juego falso" que tendrá enfrente al Gobierno.

Rajoy, por su parte, defendió su apoyo al PSOE al dar portazo al plan Ibarretxe con un tono de mayor dureza que el empleado por Zapatero y descartó negociar ni una coma el texto soberanista.

El auténtico conflicto vasco, ETA, fue mencionado de manera expresa por Ibarretxe y por Rajoy, pero fue obviado por Zapatero. Hubo palabras de recuerdo a las víctimas por parte del presidente del PP y del jefe del Ejecutivo, pero ocupó el capítulo del olvido en las intervenciones del lehendakari.

La reforma del Estatuto catalán convertirá al socialista Pasqual Maragall en el segundo presidente autonómico que es escuchado en el Congreso para defender la "legalidad" de un "marco de convivencia" que, según prometió el propio Zapatero "estará ajustado a la Constitución y está avalado por el consenso y la pluralidad".

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